COP30: una de las últimas oportunidades para sellar acuerdos concretos por crisis climática

Con la Amazonía como centro de encuentro, Brasil es sede este 2025 de la COP30, una conferencia que llega en medio de señales preocupantes para la acción climática global. El año 2024 cerró como el primero en que la temperatura media del planeta superó los 1,5 °C respecto del período preindustrial durante los 12 meses, un umbral que el Acuerdo de París buscaba evitar cruzar.

Para el profesor David Morales, académico de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales UC, este escenario otorga a la COP30 un carácter crítico y decisivo. “Los avances no son alentadores. Haber alcanzado 1,5 °C antes de lo esperado es una mala noticia. Esta cumbre representa una de las últimas oportunidades para sellar acuerdos concretos”, afirmó.

La elección de Belém -una de las puertas de entrada al mayor bosque tropical del planeta- también busca enfatizar la vulnerabilidad y relevancia del Amazonas como regulador climático global. Según Morales, esto abre una oportunidad inédita para América Latina: “La región puede posicionarse como referente en adaptación y gestión de riesgos ligados a eventos extremos como olas de calor, incendios y aluviones”.

Entre las prioridades que, a su juicio, deberían marcar las negociaciones están el aumento de la ambición climática, una transición energética justa y marcos de acción más robustos en biodiversidad y desertificación.

Sistemas agroalimentarios: una vía directa de mitigación

La profesora María Cristina Ravanal, del Instituto para el Desarrollo Sustentable, destacó que uno de los ejes transversales de la COP30 será la transición hacia modelos productivos sostenibles, donde la economía circular -especialmente aplicada a la industria agroalimentaria- puede jugar un rol decisivo.

“La valorización de residuos agroalimentarios reduce emisiones, optimiza el uso de recursos y promueve empleo verde. Es una estrategia concreta de mitigación y un motor de innovación local”, señaló Ravanal.

Entre las medidas aplicables, menciona el compostaje comunitario, la elaboración de biofertilizantes y el uso de biomasa en energías limpias. Añadió que la articulación entre políticas públicas, financiamiento, educación ambiental y centros de investigación será clave para escalar estas transformaciones.

La Amazonía en el centro: conservación y disputas globales

La conservación de los bosques tropicales será uno de los temas más sensibles en Belém, no solo por su valor ecológico, sino por el peso político que Brasil desea imprimirle. El académico Nicolás Raab, de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, subraya que estos ecosistemas son esenciales para mantener estable la temperatura del planeta:

“Los bosques tropicales enfrían la atmósfera en casi 1 °C gracias al carbono que absorben. Pero su capacidad está siendo diezmada por deforestación, incendios y cambios de uso de suelo”, advirtió.

En este contexto, Brasil impulsará el Tropical Forest Forever Facility (TFFF), un fondo internacional que busca recaudar US$ 125.000 millones para la conservación permanente de bosques tropicales, generando intereses que aseguren financiamiento estable para protección ambiental y comunidades indígenas. Hasta ahora se han comprometido US$ 55.000 millones, aunque la reciente retirada del Reino Unido y Alemania ha generado incertidumbre.

“Si la COP30 logra consolidar este fondo, el impacto sería histórico. La Amazonía necesita financiamiento constante, no donaciones puntuales”, sostuvo Raab.

Transición energética: hoja de ruta clave para Chile

Otro de los focos de la cumbre será acelerar la reducción de combustibles fósiles. Según el profesor Eduardo Arellano, de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, Brasil buscará ratificar una declaración que propone cuadruplicar el uso de biocombustibles y biogás al 2034, en línea con el llamado global a triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética al 2030.

“Estos compromisos refuerzan la urgencia de abandonar progresivamente los combustibles fósiles. Para Chile implica profundizar la descarbonización de la matriz energética y avanzar en electrificación del sector productivo”, planteó Arellano.

El académico destacó además el rol del sector agroforestal en la transición climática: gestión eficiente de fertilizantes, reducción de metano en ganadería, restauración de bosques nativos, prácticas agroforestales y cadenas de suministro libres de deforestación.

Mercados de carbono: oportunidades y desafíos para el país

El profesor Óscar Melo, de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, recuerda que en la COP29 se acordó la implementación del Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los mercados de carbono. Si bien no se esperan definiciones estructurales este año, sí habrá discusiones para flexibilizar esquemas e integrar soluciones basadas en la naturaleza.

“Se esperan anuncios sobre implementación de mercados de carbono, como los nuevos mecanismos europeos o acuerdos bilaterales. Eso abre oportunidades para Chile, pero requiere capacidades técnicas robustas”, explicó.

Los académicos coinciden en que, para el país, este tipo de instrumentos podría convertirse en una vía de financiamiento relevante para proyectos de bosques nativos, restauración de suelos y reducción de emisiones en agricultura.

Un encuentro decisivo para la región

A un año de que el planeta enfrentara su punto más crítico en aumentos de temperatura, la COP30 aparece como una instancia clave para acelerar decisiones que por años se han postergado. Para los expertos UC, la cumbre representa una oportunidad para que América Latina -y Chile en particular- avance hacia sistemas productivos más resilientes, con financiamiento adecuado y estrategias de mitigación y adaptación integradas.

“El tiempo se agota, y los impactos ya se sienten en la región. La COP30 debe pasar de las declaraciones a los compromisos concretos”, concluyó David Morales.