4 de Diciembre de 2025
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Con olas de calor cada vez más intensas, los municipios buscan respuestas inmediatas y de bajo costo. La tríada “baño, agua y sombra” —clave para proteger a la población— guió una capacitación de CIGIDEN a funcionarios de diversas comunas para fortalecer la preparación ante estos eventos.
Por Virginia Soto-Aguilar C.
Las olas de calor representan una amenaza directa a la salud de las personas, especialmente en la población vulnerable: adultos mayores, embarazadas, niños y enfermos crónicos. En los casos más extremos, pueden provocar descompensaciones graves e incluso la muerte. En Chile, las muertes asociadas al calor extremo se han cuadruplicado en las últimas décadas, pasando de unas 250 a más de 1.000 al año, según estudios recientes sobre cambio climático y salud.
Pero, y a diferencia de otros desastres naturales —como aluviones, en que se requiere responder con infraestructura especializada—, los eventos de calor extremo pueden mitigarse desde la gestión de gobiernos locales, que pueden implementar acciones concretas y de bajo costo para proteger a sus habitantes.
En esa línea, el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) de la Universidad Católica realizó una capacitación a funcionarios de distintas comunas de la Región Metropolitana, para fortalecer las capacidades municipales para enfrentar las olas de calor, que ya son uno de los riesgos climáticos más urgentes para las ciudades chilenas.
Esta capacitación se dio en el contexto de las reuniones periódicas que ha sostenido el rector Juan Carlos de la Llera y la Prorrectoría de Gestión Institucional con alcaldes de la RM, en que se han abordado temas prioritarios para sus territorios.
Qué pueden hacer los municipios hoy
En la capacitación -realizada por los investigadores de CIGIDEN Magdalena Gil, Raquel Jiménez y Simón Guzmán a trabajadores de Lo Barnechea, Puente Alto, Providencia, Santiago, Quinta Normal, La Pintana y Renca- se profundizó en el análisis del calor extremo como amenaza y en las estrategias para mitigarlo desde una perspectiva comunitaria y urbana.
Durante el taller, los participantes revisaron herramientas para reconocer los factores de exposición, vulnerabilidad y respuesta; y conocieron orientaciones para diseñar planes comunales basados en el Manual de Gestión del Riesgo por Calor elaborado por CIGIDEN, cuya publicación está prevista para enero.

La investigadora de CIGIDEN y académica de la Escuela de Gobierno UC, Magdalena Gil, quien enfatizó que los impactos de las olas de calor no se limitan a efectos inmediatos, sino que deshidratación recurrente “va afectando tus órganos y puede derivar en enfermedades crónicas en el futuro”.
Además, el calor sostenido influye en el comportamiento social. La evidencia muestra que aumenta la irritabilidad y la posibilidad de conflictos. “La gente se pone más irritable, y eso requiere cierto despliegue municipal para evitar riñas, conflictos o violencia intrafamiliar”, explicó la experta.
Estos elementos refuerzan la necesidad de que las comunas cuenten con estrategias preventivas, protocolos de atención y campañas de información dirigidas especialmente a quienes enfrentan mayores barreras de acceso a servicios básicos.
En lo concreto, Magdalena Gil señala que “respecto al plan de emergencia específico, hay que pensar en baño, agua y sombra. Esa es la tríada”. Afirma que estas medidas, aparentemente simples, tienen un enorme impacto en la salud. “Es lo que realmente ayuda en un plan de emergencia y es algo que está súper a nivel de municipios”, indica.
Si bien el acceso al agua suele estar relativamente asegurado en Chile, los municipios deben priorizar habilitar sombra y baños públicos. La investigadora explica que muchos adultos mayores limitan su consumo de agua mientras realizan trámites por esta razón. Por ello, la disponibilidad de este servicio es crucial. “La gente se programa sus líquidos en función del baño, sobre todo los adultos mayores”, explicó. Hoy, la oferta de baños públicos en Chile “es bajísima”, señala Gil, lo que representa un obstáculo estructural para la hidratación adecuada de la población.
La diferencia entre emergencia y mitigación
Mitigar y diseñar un plan de manejo de emergencias. Esas son las dos formas de enfrentar por anticipado las frecuentes olas de calor que han caracterizado los últimos veranos capitalinos. Actuar en esos dos niveles simultáneos es fundamental para que las distintas comunas afronten este inminente desafío.
“Una cosa es el manejo de emergencias y otra cosa son los proyectos urbanos de mitigación, que buscan enfrentar las causas estructurales que amplifican el calor en la ciudad. Las dos cosas se complementan”, señaló la académica.
Gil comparó esta dualidad con lo que ocurre en materia de contaminación atmosférica. “Es la diferencia entre una emergencia por contaminación ambiental y sacar las fábricas de Santiago para que no haya tanto smog. Las dos cosas son necesarias”, explicó. La idea, dijo, es que los municipios puedan avanzar tanto en respuestas inmediatas como en transformaciones urbanas de largo plazo.





