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“Experiencia marcadora”: Políticos, decanos y otros exalumnos recuerdan sus trabajos voluntarios

11 de Diciembre de 2025

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photo_cameraLa organización de misiones, trabajos de invierno y de verano, recae en Pastoral UC –junto a instancias estudiantiles como la Dirección de Asuntos Estudiantiles DAE– quienes durante el semestre planifican y coordinan las salidas: detectan necesidades de comunidades, diseñan los programas de acción (reconstrucción de viviendas, construcción o restauración de capillas, salones parroquiales o espacios comunitarios, apoyo social, acompañamiento espiritual, evangelización, educación, solidaridad social, etc.), preparan a los voluntarios con formación, protocolos de acompañamiento y logística, y finalmente los envían en grupos para jornadas de entre 7 y 10 días.

Por más de seis décadas, los trabajos de verano, invierno y misiones UC han convocado a miles de estudiantes, que encontraron en esa experiencia un espacio para conocer Chile de primera mano, poner en práctica su vocación y construir lazos duraderos. Recogimos relatos de diversas personas que participaron en estas iniciativas, en algún momento de la historia del país.

Por Virginia Soto-Aguilar C. | Fotografías: Pastoral UC y testimonios.

A sus 85 años, el ingeniero comercial UC Hugo Nally todavía recuerda el crujido de las casas dañadas por el terremoto de 1960 y el olor a madera húmeda en Chiloé. Tenía poco más de veinte años cuando, junto a otros compañeros, viajó al sur para reparar techos, levantar fonolas y acompañar a familias que lo habían perdido todo. “Ahí entendí lo que significaba realmente ayudar”, confiesa. Ese aprendizaje marcó su vida profesional, su forma de entender el servicio público y, también, sus amistades. “Con algunos de ellos seguimos en contacto hasta el día de hoy”, dice. 

El legado que describe Nally es parte de algo más amplio: una tradición que, por más de seis décadas, ha unido a miles de estudiantes de la UC en trabajos de invierno, trabajos de verano y misiones en distintos rincones del país. Generaciones completas han encontrado en estas experiencias un espacio para conocer Chile de primera mano, poner en práctica su vocación y construir lazos que muchas veces perduran toda la vida. 

Ese carácter formativo y transversal, señala el historiador Claudio Rolle, ha acompañado a la universidad desde mediados del siglo pasado. El director del Instituto de Historia, de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, cuenta que ya los trabajos de invierno y verano existían de distintas formas en los años 60. “Este tipo de iniciativas sociales se mantuvo durante los años 70 y después durante la dictadura, independientemente del color político que tuviera la FEUC”, dice. “Yo mismo fui a trabajos de verano en 1980 cuando recién había entrado a estudiar historia”. 

Hugo Nally en Lago Ranco junto a Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux, entonces Obispo de Osorno.

El académico recalca que, más allá del contexto, algo permanece intacto a lo largo del tiempo: los lazos que se crean entre los jóvenes. Amistades que duran décadas y, en muchos casos, relaciones que terminan formando familias completas. “Incluso muchas parejas se conocieron, se casaron y formaron una familia con quienes compartieron estas actividades solidarias. Los mueve desde siempre una inquietud de crítica y un deseo de aportar al cambio en la sociedad”, añade. 

Hoy, los trabajos de invierno, verano y misiones de la UC funcionan como una red organizada de voluntariado social y espiritual que moviliza a cientos –y en ocasiones miles– de estudiantes cada año. A mediados de 2025, más de 3.000 jóvenes participaron en el voluntariado de invierno. En paralelo, los programas de verano combinan apoyo comunitario, construcción de espacios sociales y parroquiales, acompañamiento espiritual y trabajo de base en comunidades vulnerables. 

La organización recae en Pastoral UC –junto a instancias estudiantiles como la Dirección de Asuntos Estudiantiles DAE– quienes durante el semestre planifican y coordinan las salidas: detectan necesidades de comunidades, diseñan los programas de acción (reconstrucción de viviendas, construcción o restauración de capillas, salones parroquiales o espacios comunitarios, apoyo social, acompañamiento espiritual, evangelización, educación, solidaridad social, etc.), preparan a los voluntarios con formación, protocolos de acompañamiento y logística, y finalmente los envían en grupos para jornadas de entre 7 y 10 días. 

Memorias de servicio

Ese legado aparece una y otra vez en las historias de quienes participaron en estas iniciativas en distintos momentos del país. Para muchos, los trabajos y las misiones no solo fueron un viaje universitario, sino el punto donde se reveló una vocación, una forma de liderazgo o una manera más profunda de mirar la realidad.

El ministro de Transportes y Telecomunicaciones Juan Carlos Muñoz, por ejemplo, recuerda cómo un aluvión en Antofagasta cambió por completo el destino de sus trabajos de invierno de 1991: fue enviado a dirigir un grupo de 125 estudiantes que reconstruyó mediaguas, acompañó a niños y apoyó legalmente a los damnificados. “Fue una experiencia marcadora”, dice, tanto por la magnitud del drama como por la oportunidad de liderar y por amistades que conserva hasta hoy. 

Años después, en 2002, el alcalde Claudio Castro vivió una experiencia parecida en Purén, donde descubrió de primera mano la urgencia habitacional y social del territorio. 

Para él, los trabajos fueron el espacio donde comenzó a preguntarse cómo un ingeniero podía contribuir a los desafíos del país –aquel punto que terminó guiándolo hacia la política. Una reflexión que aparece también desde otras áreas. 

Para Exy Garay, los trabajos universitarios fueron una forma concreta de equilibrar lo que recibía de una institución privilegiada con lo que sentía que debía aportar.

Carolina San Martín, entonces estudiante y hoy jefa de Admisión UC, vio en las misiones una puerta hacia el encuentro humano profundo: “La verdadera riqueza está en esa cercanía, en escuchar al otro y en ver a Dios en lo cotidiano”. 

La experiencia rural marcó a generaciones anteriores. En 1987, Tania Zaviezo, académica de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, viajó a comunidades mapuche del sur y convivió con familias campesinas cuya hospitalidad, dice, nunca ha olvidado. Aquellos trabajos le cambiaron la comprensión de su propia carrera, la agronomía, y fortalecieron lazos entre compañeros en medio de condiciones difíciles. Para otros, los trabajos abrieron caminos que décadas después siguen definiendo trayectorias.  

Francisco Gallego, prorrector de Gestión Institucional, participó en los trabajos que luego darían origen a TECHO a fines de los 90. En un Chile aún fragmentado tras la transición, esas jornadas unieron a estudiantes de distintas facultades en torno a la pobreza y los campamentos. Ahí conoció a su futura esposa, con quien formó una familia que hoy suma cuatro hijos –tres de ellos también estudiantes UC y voluntarios en misiones y trabajos. 

Carolina San Martín, entonces estudiante y hoy jefa de Admisión UC, vio en las misiones una puerta hacia el encuentro humano profundo.

Experiencia comunitaria

Hay también experiencias que muestran la dimensión más lúdica y comunitaria del voluntariado. Tomás Recart, fundador de Enseña Chile, cuenta que lo que más recuerda de sus primeros trabajos en 1997 “es lo bien que lo pasé”, un descubrimiento que, dice, le abrió la idea de que servir podía ser profundamente alegre. Exy Garay, actual consejera superior, sintió algo parecido: participar en trabajos distintos le permitió equilibrar lo que recibía de la universidad con lo que ella misma quería aportar. 

Las misiones también tienen historias fundacionales. En 1993, Romy Hecht, decana de College, participó en una de las primeras misiones organizadas en la UC, un esfuerzo nacido del impulso de estudiantes que buscaban llevar al ámbito universitario la experiencia comunitaria que habían vivido en movimientos pastorales. Ese proyecto creció hasta transformarse en Misión País, una iniciativa que hoy convoca a miles de jóvenes cada verano.

Y en 1992, la periodista Matilde Burgos llegó a Puerto Saavedra, donde descubrió una comunidad mapuche con profundas tradiciones y un modo de trabajo colaborativo que –dice– desafió cualquier mirada paternalista. 

En todas estas historias, distantes en el tiempo y en los territorios, aparece un hilo común: los trabajos y las misiones no solo acompañan a los estudiantes durante unos días, sino que permanecen por años como una brújula ética, profesional y humana. Son la expresión más concreta de un legado que sigue vivo en cada generación UC. 

El ministro Juan Carlos Muñoz, por ejemplo, recuerda cómo un aluvión en Antofagasta cambió por completo el destino de sus trabajos de invierno de 1991.

JUAN CARLOS MUÑOZ 
Ministro de Transporte – Trabajos de invierno 
1991 

En 1991, un aluvión en Antofagasta marcó el rumbo de los trabajos de invierno de Juan Carlos Muñoz. Lo enviaron a liderar un grupo de 125 estudiantes que reconstruyó mediaguas, acompañó a niños y entregó asistencia legal a familias que lo habían perdido todo. “Fue una experiencia marcadora”, recuerda. Más que un viaje, fue un encuentro directo con el dolor y la fragilidad, pero también con la fuerza de la organización y el liderazgo. De esos días conserva amistades profundas y la convicción de que servir puede cambiar el destino de una comunidad –y también el propio. 

 

CLAUDIO CASTRO 
Alcalde de Renca – Trabajos de invierno 2002
En 2002, durante los trabajos de invierno en Purén, Claudio Castro se encontró por primera vez con la crudeza de la urgencia habitacional. Esa experiencia no solo lo llevó a conocer una realidad compleja, sino que lo hizo preguntarse cómo un ingeniero podía aportar desde su profesión a los desafíos del país. Fue el inicio de su vocación social y política, marcada por el trabajo colectivo con estudiantes de diversos orígenes y carreras. “Ahí entendí que la política debía hacerse en comunidad”, recuerda. Aquellos días terminaron guiando el rumbo que hoy sigue como alcalde.

TANIA ZAVIEZO 

Académica de Agronomía y Sistemas Naturales – Trabajos de invierno 1987 

En 1987, los trabajos de invierno llevaron a Tania Zaviezo a convivir con pequeños agricultores mapuche del sur, una experiencia que –dice– cambió su manera de entender el mundo rural. La hospitalidad de las familias, que recuerda entre risas (“¡Nunca había comido tanta cazuela de ave!”), se combinó con un aprendizaje profundo para su formación en agronomía. Las condiciones eran duras, sin mayores comodidades, pero justamente esa vida compartida con sus compañeros creó lazos que aún conserva y marcó su compromiso con el trabajo en terreno. 

FRANCISCO GALLEGO 
Prorrector de Gestión Institucional – Misiones y trabajos 
1990–1997 
Para Francisco Gallego, las misiones y los trabajos de los años 90 fueron decisivos. En un Chile que recién salía de la dictadura, esas jornadas reunieron a estudiantes de distintas facultades en torno a la pobreza y los campamentos, y terminaron dando origen a lo que hoy es TECHO. En medio de ese movimiento, ocurrió algo que marcó su vida: ahí conoció a quien sería su esposa, compañera en la Escuela Pablo Neruda de Curanilahue. Tras 25 años de matrimonio y cuatro hijos –tres de ellos también voluntarios UC–, su historia familiar sigue entrelazada con ese legado. 

TOMÁS RECART 

Fundador de Enseña Chile – Trabajos de invierno 1997  

En 1997, durante sus primeros trabajos en Canela, Tomás Recart descubrió algo que cambiaría su manera de entender el servicio: que ayudar también podía ser profundamente alegre. Entre jornadas intensas y vida comunitaria, lo que más recuerda es “lo bien que lo pasé”, una sorpresa que –dice– le abrió un ámbito que no tenía considerado. Ese hallazgo, simple y decisivo, terminó influyendo en su vocación y en la manera en que luego impulsaría proyectos como Enseña Chile. 

CAROLINA SAN MARTÍN 
Jefa de Admisión UC – Misiones 
Para Carolina San Martín, las misiones fueron una de las experiencias más significativas de su vida universitaria. En esos años –dice– uno busca comprender mejor el mundo y a las personas, y la misión se convirtió en un camino privilegiado para hacerlo. Cada encuentro le mostró “la verdadera riqueza de la cercanía”, la importancia de escuchar al otro y la posibilidad de reconocer a Dios en lo cotidiano. Esa experiencia marcó su manera de relacionarse con los demás y sigue siendo una de las formas más profundas en que la UC la conectó con el corazón humano. 

MARTINA MATUS 

Presidenta Feuc 

“En invierno de 2023 participé en Trabajo País. Había postergado mi confirmación para replantearme cómo vivía la fe, y en trabajos descubrí que podía encontrarla a través del servicio. Trabajo País busca crear lugares de encuentro, y verlo hecho realidad durante esa experiencia fue muy potente. Por primera vez entendí que mi fe se expresaba sirviendo, y que ese impulso por generar espacios de encuentro también marcaría mi vocación política: ahí es donde se construye comunidad, y una comunidad articulada es la que realmente puede acompañarse”. 

ROMY HECHT 
Decana de College – Misiones 1993, origen de Misión País  
Como estudiante de tercer año de Arquitectura, Romy Hecht fue parte de una de las primeras misiones organizadas en la UC, en 1993, en Combarbalá. El impulso nació de un grupo de alumnos –entre ellos Cristián León y Andrés Vergara– que buscaba llevar al ámbito universitario la experiencia comunitaria que había vivido en movimientos pastorales. El entusiasmo fue creciendo y, pese a cierta resistencia inicial, dio origen a lo que luego se transformaría en Misión País. Para Romy, esas misiones crearon una comunidad intensa y marcaron el inicio de un proyecto que hoy convoca a miles de jóvenes. 

MATILDE BURGOS Periodista – Trabajos de verano 1992  

En 1992, Matilde Burgos llegó a Puerto Saavedra para sus trabajos de verano y se encontró con una realidad que no conocía: comunidades mapuche con profundas tradiciones, valores y una vida comunitaria sólida pese a las carencias materiales. Lo que más la marcó fue la forma de trabajar “con” y no “para” las personas, un espíritu colaborativo que derriba cualquier mirada paternalista. Esos días en terreno –dice– ampliaron su comprensión del país y le enseñaron que el voluntariado se construye desde el encuentro directo y la dignidad del otro. 


EXY GARAY
Consejera Superior – Trabajos de ingeniería y proyectos sociales

Para Exy Garay, los trabajos universitarios fueron una forma concreta de equilibrar lo que recibía de una institución privilegiada con lo que sentía que debía aportar. Participó en trabajos de ingeniería y en otros proyectos estudiantiles, siempre impulsada por la idea de no quedarse solo con la formación académica. “Sentía que también tenía que hacer algo”, recuerda. Esa búsqueda de retribución y servicio terminó marcando su paso por la UC y su mirada actual sobre el rol público de la universidad y de quienes pasan por ella.
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